ALICE
Jan Švankmajer | 1988
por Freddy Guerrero
Una pequeña niña piensa para sí misma en voz alta y logramos escuchar las palabras que va formando su boca. Nos presenta desde su pensamiento externo que probablemente veamos una película para niños, quizás, y con la indicación de que la veamos (como han de verse las películas) con los ojos cerrados pues de lo contrario no lograremos ver nada. Living is easy with eyes closed para jugar, recordar, desarticular, asustarse, sentir, animalizar, cantar, arrastrar, ver, vivir y soñar. Así comienza la adaptación y ópera prima del cineasta checo Jan Svankmajer basada en la gran obra de Lewis Carroll: Alicia en el País de las Maravillas.
Svankmajer había afirmado que para él la novela de Carroll ha sido uno de los trabajos literarios más importantes para la humanidad. Admirado por él desde que era un niño, siempre había cuestionado la forma en que se había adaptado este clásico al cine pues, se veía la historia como un cuento de hadas o un cuento moral para niños. Había sentido que Carroll la había escrito como un ensueño, un lugar en el que la razón pura y el sentido no es lo primordial, un juego confuso y perturbador guiado por los intereses y azares del sediento subconsciente. Pienso que Svankmajer logró asimilar esa realidad / no realidad de forma excelente con relación a la obra y a sus magníficas cualidades como autor.
Este sueño infantil, grotesco y mágico hace del tiempo cinematográfico una condensación que se va estirando y achicando con detalles precisos. Tic, tac, tic, tac. El tiempo como si dejara su control de manecillas para coagularse en pequeños círculos eternos y obsesivos; como en el momento en el que Alicia va bajando por un ascensor al "País de las Maravillas" o las acciones milimétricas como en Un condenado a muerte se ha escapado ( Bresson, 1956) al momento de tomar una galleta para crecer como una casa de madera o achicarse como la muñeca de una niña. Agregando, por supuesto, un diseño sonoro impecable y muy preciso en el que hace énfasis en las acciones violentas, gritos toscos de animales, eco en este mundo vacío y etéreo.
Svankmajer, quien ya había hecho un montón de cortometrajes, con este atrevimiento largo de 1988 combina elementos característicos como la animación oscura y compulsiva en stop motion junto con el live action, y la actriz Kristýna Kohoutová. La dirección artística logra desviarnos de la familiaridad colorida y recargada de un sueño alegre con tintes psicodélicos. Esta obra destierra estos preconceptos para darnos una pesadilla infantil grotesca, junto con el absurdo y el volar de la conciencia por espacios (reales) vacíos, desgastados con colores sobrios y muebles antiguos. El Conejo blanco sacado de la vitrina de la sección de taxidermia de un museo; El viejo Sombrero Loco y la Liebre de marzo; pequeñas criaturas y monstruos simples y macabros como si hubiesen salido del “Jardín de las Delicias” de El Bosco.
Este viaje por el cosmos hipnótico y sombrío es una genial experiencia cinematográfica, que sirve para desviarnos de convencionalismos y cánones impuestos sobre la historia de Carroll. Una pesadilla ofrecida recientemente en el ciclo online de óperas primas: La Primera Vez, que organiza el MALBA (Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires), es una película que vale mucho visitar: un momento singular y visceral, un ensueño caótico guiado por una niña que viaja de ojos cerrados, un Svankmajer que no decepciona en este animado y retorcido mundo con personajes clásicos aterradores.